Siempre me resultó llamativo el trato que tiene la Cadena Privada de Medios (CPM) a la hora de informar sobre la Iglesia Católica. Entiendo perfectamente el poder de La puta de Babilonia y la influencia que puede tener en los medios. Pero de ahí a que el mensaje que se trasmita no sea cuestionado, puesto en debate o confrontado con otras opiniones es un poco sospechoso. Veamos un ejemplo. Hoy todos los medios están informando sobre las declaraciones del capo de tutti capi de la Iglesia Católica Argentina, Jorge Bergoglio. Y cuando digo todos, quiero decir TODOS (por algo se puede hablar de la CPM). Portales de Internet, canales de noticias, radios se hicieron eco de lo que dijo el cardenal.
Ahora, querido compañero, querida compañera, ¿sabés cuántos hablaron sobre la denuncia de que Bergoglio fue un entregador durante la dictadura? ¿Cuántos pensás: uno, dos? RESPUESTA INCORRECTA. La respuesta es 0. Nadie siquiera comentó la nota de Verbitsky.
Entonces, si Bergoglio es tan importante como para reproducir en cadena sus declaraciones, ¿una denuncia tan grave no es también noticia? ¿Los periodistas de la CPM son censurados o se autocensuran?
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